7. REFLEXIONES SOBRE MI AUTOEVALUACIÓN

He marcado en amarillo las habilidades que creo tener en mayor grado:
-        Lo haré mejor o peor, pero sí puedo decir que me dedico en cuerpo y alma a mi profesión. Solo mi familia está por encima de mi vocación de profesor. Nací para esto y, por ello, me considero una persona afortunada. Me encanta ver cómo los alumnos aprenden y ver cómo funcionan los proyectos.
-        Con los años, he aprendido a comunicar con claridad y concisión mis conocimientos e inquietudes. Me confirma la posesión de esa habilidad el reconocimiento de quienes trabajan conmigo y de mis alumnos. Y es precisamente esa habilidad la que me permite solucionar conflictos.

En otros colores están las habilidades que no siempre manejo a la perfección:
-        Sí soy una persona motivada, pero me afecta en exceso la falta de profesionalidad de algunos compañeros y la dejadez de algunos alumnos. Al final, logro superarlo, pero reconozco que hay tardes que se me impone una sombra de desánimo que solo se va si duermo.
-        Me cuesta ser asertivo y planificar proyectos con dos tipos de personas: los vagos y los cínicos. A los primeros, los tolero mejor: hago su trabajo y punto. Los cínicos me sacan de mis casillas. Me refiero a esos compañeros que tienen miles de títulos y de cursos y de “espejos” en los que admirarse; pero que a la hora de la verdad son unos perfectos inútiles, como profesores y como compañeros; de esos que en el fondo odian a los chavales y el trabajo que tienen, porque son demasiado listos para ser profes…
-        Soy bien mandado y planifico bien solo si el equipo es bueno y está bien liderado; pero me ofusco cuando el tiempo se pierde en llegar a consensos y parlotear de lo humano y lo divino y, sobre todo, cuando trabajo con necios (= gente que se cree lista y no lo es). No creo que trabajar en equipo equivalga a que las opiniones de todos sean válidas. Hay opiniones y proyectos bien formados y hay opiniones y proyectos que no tienen fundamento. Lo que observo en mi entorno es que demasiada gente menor de 35 años ha sido educada en la ficción de que todas las opiniones son respetables y de que asertividad significa aceptar esa afirmación y ser supermegapositivo. Este es mi mayor reto: Aprender a canalizar mi frustración si me veo en la obligación de liderar un proyecto en el que, inevitablemente, habrá vagos y necios.
-        Me cuesta, ajustarme a los tiempos marcados, por lo menos como profesor. Como vea que he enganchado a los alumnos con un tema, no encuentro el momento de decir hasta aquí, para seguir con la programación.
-       Finalmente, tendría que aprender a hacer evaluaciones formales, con recuadritos y equis y gráficas. Me aburren muchísimo. Yo me suelo fiar de mi intuición y de lo que me dicen los alumnos, que no se cortan. Sin embargo, ya veo que si alguna vez lidero un proyecto, deberé aprender a hacer evaluaciones sistemáticas y bien planificadas, porque evaluaría algo mucho más complejo que una unidad didáctica de 2º de ESO.

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